miércoles, 24 de junio de 2009

ABURRIDAS PERIPECIAS DE LUISO II


RATONES Y TOMATES.

Un día, la casa de Vistahermosa que teníamos alquilada se infestó de ratones. Era un poco raro aquello porque vivíamos en un 6º o 7º piso de un edifico de 14 plantas y las ratas no suelen ir tan alto a buscar su comida. Mi madre las veía, daba un salto, pegaba un grito, cogía la escoba, las insultaba, y yo miraba a ver si las veía pero jamás vi ninguna. Sólo recuerdo trampas con veneno azul detrás de algún mueble y del sofá. También recuerdo que un día vi unas hormigas en casa y estuve un buen rato siguiéndolas. Pensaba entonces que las ratas comían hormigas y que éstas me llevarían hasta la guarida de las ratas que nos tenían atemorizados. Ese día yo liberaría a mi familia de aquellos malvados ratones que aunque no veía sabía que existían… no fui capaz de pensar que las hormigas que iban a ser comidas por las ratas no tendrían ganas de ir a casa de estas últimas de visita.

Estaban por todas partes pero yo no las veía por ninguna (Tal vez por ese motivo unos años más tarde no tendría tampoco ningún problema en creer en Dios). Estaban en las estanterías que mi padre tenía repletas de libros, estaban en la cocina, en los cajones de la ropa… y sus cagadas también estaban por todas partes. Aquellas ratas y yo nos parecíamos bastante. Éramos invisibles. A los dos nos gustaba el veneno azul. A los dos nos gustaba comernos la comida de los demás. A los dos nos gustaba cagar en cualquier lugar. Descubrí entonces que todos los miembros de la familia “sourissette” eran unos hijos de puta y, con esa claridad, se lo comuniqué oficialmente a mi maestra y a toda mi clase. No estaban de acuerdo conmigo. Eran unos cabrones.

Mi padre descubrió un día uno de los agujeros por los que se introducían en nuestro alquilado hogar. Introdujo un cristal y, aquel cristal, se perdió en el vacío más vacío. No venían de nuestra casa sino de otros pisos. Nos acusaron de haber traído las ratas de Orihuela aunque en Orihuela nunca tuvimos compañeras tan majas. Nos fuimos de aquella casa. Mis padres compraron un piso sin ratas, de protección oficial, lejos del entonces centro de Alicante (en aquella época “lejos” eran 10 minutos a pie). El Liceo francés tenía autobuses que me llevaban y me recogían. Al principio comía en la cantina pero duré poco allí porque, un día, un señor de la cantina me obligó a comerme un tomate que yo no quería comerme. Le dije que, si me lo comía, lo iba a vomitar, pero él insistió. Me metió el tomate en la boca y yo se lo devolví junto con todo lo que había ingerido previamente. Recuerdo que aquel señor se enfadó mucho porque le salpiqué enterito de cintura para abajo. Era o él o mi compañero de la cantina pero el chaval no se merecía aquello y el señor sí. Los zapatos y el pantalón se le quedaron preciosos. Casi tan chulo como mi puto babi rojo. No sé dónde se metió ni lo que dijo pero yo ya no he podido comer tomate ni nada que haya estado en contacto con el tomate hasta bien pasados los 30. Mi madre me desapuntó de la cantina y tuve que hacer el recorrido ALICANTE-VISTAHERMOSA-ALICANTE dos veces al día. Mi autobús era el autobús rojo. Babi rojo, Autobús rojo, tomate rojo.

UN MUNDO ABURRIDO II


Me pusieron una camiseta amarilla con el nombre de una guardería escrito en ella. No lo recuerdo bien. Algo de un ángel. En la guardería estuve menos de un año y sólo me acuerdo de la camiseta amarilla. Creo que las letras estaban escritas en rojo. Si la hubiera conservado, y si no hubiese crecido tanto, seguro que me la hubiera puesto para salir de vez en cuando de marcha. De aquella época apenas conservo unos recuerdos vagos y, la verdad, ahora soy demasiado vago como para recordarlos. Creo que sólo la camiseta amarilla con letras rojas merece un sitio en mi mundo.

Pronto empecé a hablar francés. Sí. A mis padres le pareció aquello lo mejor. Era o eso o las monjas, así que la decisión que tomaron me pareció y me sigue pareciendo acertada. El cole francés estaba cerca de casa y, aunque era caro, se lo podían permitir y, además, eso de saber idiomas, se empezaba a valorar.

Me acuerdo del babi rojo que me pusieron y del amarillo que llevaba mi hermana. Ambos con cuadros (¿o eran rombos?) blancos, pequeños y muy cutres. Por aquella época, o sólo un poco más tarde, creo que mi querida hermana y yo nos llamábamos ya entre nosotros “Clara la vaca” y “Luis el pis”. Me acuerdo únicamente de un grupo de nenes y nenas españoles y franceses en una misma clase y una maestra que nos presentaba a la familia de la ratita “sourissette”. Era una familia muy interesante y divertida y, cada vez que la maestra decía el nombre de un miembro de la familia, había que cantar o decir algo diferente. Era divertido, todo el día jugando, pintando, gritando, cantando y manchándonos en cualquier idioma. Además, de vez en cuando, nos lo pasábamos todavía mejor cuando alguien se cagaba, se meaba, lloraba, vomitaba, se hacía una herida, se llenaba la boca de arena o le salían piojos… también cuando a alguien le ponían gafas, se le caía un diente, se le rompía el pantalón o la falda, tenía un moco colgando, enseñaba la pichita o el chichito… prácticamente nos partíamos el culo de cualquier cosa… Lo que no sabía es que sobretodo a mi madre no le iba a hacer gracia que la familia “sourissette” se viniera a vivir un día con nosotros.

LOS MUNDOS DE LUISO II


Tras el éxito de la primera entrega, el apartado “editorial” se ha ganado a pulso su existencia antes de cada nueva publicación. Será una breve introducción a los motivos que me impulsan a escribir cada entrada en este blog. Todo empezó con un par de galloletas. Sí. Vale. Eso nos ha quedado claro, pero ¿cómo sigue?

Siento defraudar a mis seguidores… esta vez no empieza de la misma manera. La verdad es que no pensaba escribir de nuevo hasta darle dos veces al manubrio pero, los años van pasando, y estas proezas no se pueden hacer ya todos los días. Tal vez no hubiera vuelto a escribir nunca.

El caso es que ayer me fui a comer a un buen restautante con 3 compañeras del trabajo, luego me tomé unas cuantas cervezas con mi amigo Santy (otro que se merece sin duda un capítulo), y, como era la noche de San Juan, la familia nos reunimos por la noche entorno a una hoguera. Preparamos además una barbacoa en la playa y cada uno trae cosas de aperitivo, postres, etc... Me tomé 3 plis plays… ya sabéis, café licor y cocalola… y esta mañana mi culo en un plisplas se ha despedido líquidamente de casi todo lo que ayer entró por mi boca sólidamente. Ha sido un poco asqueroso y me he acordado de mi blog y de algunas viejas historias que no quiero olvidar porque forman parte de mi aburrido mundo.

sábado, 13 de junio de 2009

UN MUNDO ABURRIDO (I)

UN MUNDO ABURRIDO

Sí. Ya me lo pareció desde el principio. Al poco de poder gatear me dediqué a investigar este aburrido mundo. Lo más chulo, lo que más me divertía de lo que veía en casa eran los agujeros que podía encontrar en cualquier sitio. Agujeros que tocaba con mis pequeños dedos en aquella casa de Orihuela. Los enchufes me parecían graciosísimos… sobretodo cuando tenía las manos mojadas y pegaban aquel fogonazo que me dejaba sin sentido ni sensibilidad durante unos minutos y me manchaba todo de negro. Lloraba de risa. Mi madre se ponía muy nerviosa cuando acudía a ver la que había liado.

También se descojonó un día en que encajé mi dedo más pequeño de la mano en un agujero del tambor de la lavadora y luego no lo podía sacar. Estuve 45minutos llorando y mi madre, al final, tuvo que sacarlo a la fuerza. Ese día no lloré de risa porque se quedó parte de la piel de mi dedo en la lavadora. Creo que a alguien le llegaría años más tarde la historia e inventó el frigodedo que no era más que una variante del Lavadoradedo.

A mi abuela también le metí una noche mis dedos en el agujero de su nariz. Cuando se despertó vio que tanto ella como yo teníamos sangre y se puso muy nerviosa porque creía que era mía. Je je. Mi abuela no estaba acostumbrada a tapar sus agujeros.

Después de estas experiencias mi madre tapó casi todos los agujeros de la casa… mientras mi padre tapaba los otros agujeros de la casa con su trabajo. El mundo volvió a ser aburrido hasta que pude caminar.

Molaba un mogollón aquello. Uno tenía menos estabilidad que a 4 patas pero avanzaba más rápido. Era la caña caerse y golpearse con los picos de las mesas, con las sillas, con el suelo, con las paredes… agarrar cosas que se encontraban en lugares más elevados  y tirarlas al suelo. Me gustaba agarrarme a la puerta y llegar corriendo hasta la mesa y de ahí hasta el sofá. El problema para mi madre era cuando me golpeaba la cabeza con cualquier pico. Lloraba y me salían chichones pero era un dolor pasajero. Se acabó la diversión cuando, para estar por casa, me compraron y colocaron una chichonera y claro, sin el riesgo de hacerse daño, esa actividad pierde interés. De nuevo me aburrí.

También era divertido comer mierda. Sí. Cuando uno no tiene comida tiene que buscarse la vida, y aquella forma era cojonuda (principios básicos del reciclaje). Cagabas un buen zurullo en la cuna, lo sacabas del pañal y luego te lo restregabas por la boca, por dentro y por fuera. ¿Quién no ha hecho eso alguna vez? A mi madre el día en que me encontró en esta tesitura le dio por agarrarme por los pies, ponerme boca abajo como a un conejo y me zarandeó arriba y abajo, a izquierda y a derecha, para sacarme lo que me había metido. Luego me confesó que le daba asco ver la mierda en mi boca. ¡Joder! otra cosa que no se podía hacer. Tuve que inventar. Y un buen día, mientras mis padres preparaban la comida, fui al baño a hacer caca y la hice. Pero la hice bien hermosa, lo que viene a ser una señora cagada. Lo que pasa es que la hice en el bidé porque era el único lugar al que escalando alcanzaba a sentar mi culo y, como había visto a mis padres que después de cagar tiraban de la cadena y salía agua, me dije, ¡coño, ya es hora de que te comportes como una persona adulta y estires de la cadena! Ups, si no hay cadena en el bidé. ¡Pues abre el grifo! Lo abrí y me fui a mi cuarto. Mis padres vieron una hora más tarde como un río de mierda brotaba desde el baño hacia el salón y desembocaba en la puerta de casa que daba a la escalera del inmueble. Mi padre, atolondrado, descubrió río arriba el nacimiento del río y cerró el grifo. Luego lo recogieron todo porque a mí se me daba muy bien desordenar pero no tan bien ordenar (de hecho sigo casi igual). En fin, otra cosa que no podía volver a hacer. Comprenderéis ahora porqué ya no tiro de la cadena después de cagar. Me aburrí hasta que nos mudamos a Vistahermosa y allí conocería a niños de ciudad… No sé si alguno estaría a mi altura… ni a mi peso. 

ABURRIDAS PERIPECIAS DE LUISO (I)

Los Mundos de Luiso constará de dos partes (ya os digo que mi vida es muy simple, aburrida y fácil de descomponer…) Una de ellas, ABURRIDAS PERIPECIAS DE LUISO, narrará acontecimientos, experiencias, anécdotas y visiones pasadas, presentes y futuras, realizadas ante pocos testigos y que os trasladaré de manera más torsionada que distorsionada (sobretodo los hechos futuros serán bastante insólitos). La otra parte, UN MUNDO ABURRIDO, hablará de esa otra parte de mí, la que interactúa con los demás.

Para empezar el blog, una de cada.

 

ABURRIDAS PERIPECIAS DE LUISO (pasado, presente, futuro)

PASADO:

Empezaré por el principio ya que parece lo más lógico. Para aquellos que no me conocen he de contarles que nací en un pueblo mucho más pueblo de lo que es ahora: Orihuela. Primogénito y varón. Un 24 de enero de hace ya 33 años. Acuario. De nombre Luis. De apellidos Bonmatí y Mingot (el peso de los apellidos en mi vida se detallará más adelante). Es muy posible que ustedes no lo sepan pero estas cosas marcan para siempre la historia de uno. Podría haber nacido en un pueblo diferente, con padres diferentes, y en un pais en el que la vida hubiese sido mucho más complicada que en éste. Pero, miren por donde, tuve suerte y nací en un país en el que uno puede aburrirse, y además en una familia que me podía ofrecer todo cuanto necesitaba para aburrirme.

De los 3 embarazos que ha vivido mi madre el mío fue el peor. Desde dentro de ella yo lloraba y gritaba y golpeaba y me agitaba haciéndole pasar muy malas noches y días. Yo no era consciente de que estaba haciendo daño a nadie…  

Allí dentro me aburría y a diferencia de mis venideros hermanos, yo no podía quedarme quieto mirando ese reloj digital en el que los minutos, las horas y los días pasaban con demasiada lentitud. Sólo me calmaba cuando, de repente, llegaba hasta mí comida bien masticada y luego me echaba unos pedos y una cabezadita. El parto fue también doloroso… para ella. El torito pesaba  4.5kgs y medía 54 cm. Nací llorando y seguí llorando varios meses porque la pediatra le dijo a mi madre que sólo me diera un biberón al día y yo, como no sabía hablar pero sí llorar, lloraba para comer más. Mi madre, inexperta, se equivocó también durante un tiempo en las medidas a la hora de preparar el biberón lo que provocaba que el siguiente lloro se adelantara. La solución que ideó mi madre para calmar mi hambre era darme biberones de agua con manzanilla -con los efectos secundarios urinarios que aquello causaba-. A los pocos meses otro pediatra me cambió la dieta pero jamás pudo calmar mis ansias por comer como si de la última comida se tratara.

 

PRESENTE:

Hoy en día, fruto del miedo a volver a pasar el hambre que pasé, peso 95kgs y gracias a Dios no he llegado a ser todo lo alto que apuntaba (sólo mido 182cm). Tengo pelo, pero cada vez menos.

He tardado muchos años en perdonarle a mi madre que no me diera de comer y su penitencia ha sido tener que saciarme muchos años de su/mi vida. Eso ha repercutido durante muchos años en la economía familiar e incluso ha llevado a mi padre a vender los locales de su empresa y a despedir a los amigos que trabajaban con él. Mis amigos no me llaman para las barbacoas o me hacen pagar más que al resto cuando cenamos fuera.

Desde que tengo 2 hermanos más, la vida ha sido más complicada. Mi hermana Clara, dos años menor, siempre fue mejor que yo. Nació sin hacer ruido y sin molestar a nadie. Y todo lo hacía bien y, mi hermano Mario, seis años menor, vino por sorpresa, y como no era un hijo previsto, lo mimaron más que a ninguno por aquello de la mala conciencia. Eso de compartir la comida de la mesa con los demás nunca lo he llevado bien… pero al final he ingeniado fórmulas para que la convivencia conmigo sea menos complicada. Reitero que la culpa no es mía y eso hay que perdonármelo siempre.

FUTURO:

No hace falta ser un gran visionario para saber que, tras encontrar a una mujer que goza alimentándome, seré feliz y estaré:

Más gordo. Más chepado. Más calvo. Más viejo. Más hipotecado. Más jodido.

Más ABURRIDO.

LOS MUNDOS DE LUISO


¿Los mundos de Luiso?

Sí. En evidente alusión y contraposición a los de Yupi, así empieza mi blog.

¿Los mundos? ¿El mundo? ¿Un mundo con muchos mundos? ¿Un mundo con mucho mundo? ¿Un mundo visitado por “mucho mundo”? ¿Quién es MuchoMundo? ¿mucho?

Son preguntas que no contestaré porque sólo sirven para rellenar 2 líneas del blog y de alguna manera justificar el título del mismo… que por otra parte ya se irá “justificando” con lo que publique y con lo que escribáis.

¿Por qué Luiso hace un blog?

Mi blog, a diferencia de algunos blogs de mis mejores amigos (originalmente originados por alguna patada y golpe más o menos esperado o inesperado de la vida), parte sobretodo del aburrimiento, pero también del hecho de que ellos tienen un blog y yo no.

Sí. Estoy aburrido. Muy aburrido. Casi todo me aburre o, por lo menos, hay pocas cosas que me diviertan. Son las 6am y me he desvelado. Me he pegado dos madrugadoras pajillas (eso no ha estado mal, teniendo en cuenta que anoche mi mujer también me exprimió) y se me han hecho las 8am. He dudado entre irme a correr (esta vez con zapatillas de deporte, ropa y en la calle, en fin, lo que es hacer deporte) y seguir perdiendo el tiempo. Y he optado por la opción “c”. Sí, siempre ha sido así, me han dicho que podía hacer esto o aquello y he escogido hacer lo otro… De hecho, probablemente, si nos paramos a pensar (como estoy aburrido tengo tiempo de hacerlo) la opción “c”, finalmente es como la “b” y, casi seguro que, la opción “a”, es igual que la “b”, por lo que de ello deducimos que haga lo que haga voy a perder el tiempo. Y esta es la gran premisa de mi vida. Y por descontado, el gran objetivo del Blog. Da igual el camino. Perderé el tiempo. ¿Queréis perderlo conmigo? Igual todo esto tiene un sentido. ¿Y aburrido? ¿no vendrá de burro?