miércoles, 24 de junio de 2009

UN MUNDO ABURRIDO II


Me pusieron una camiseta amarilla con el nombre de una guardería escrito en ella. No lo recuerdo bien. Algo de un ángel. En la guardería estuve menos de un año y sólo me acuerdo de la camiseta amarilla. Creo que las letras estaban escritas en rojo. Si la hubiera conservado, y si no hubiese crecido tanto, seguro que me la hubiera puesto para salir de vez en cuando de marcha. De aquella época apenas conservo unos recuerdos vagos y, la verdad, ahora soy demasiado vago como para recordarlos. Creo que sólo la camiseta amarilla con letras rojas merece un sitio en mi mundo.

Pronto empecé a hablar francés. Sí. A mis padres le pareció aquello lo mejor. Era o eso o las monjas, así que la decisión que tomaron me pareció y me sigue pareciendo acertada. El cole francés estaba cerca de casa y, aunque era caro, se lo podían permitir y, además, eso de saber idiomas, se empezaba a valorar.

Me acuerdo del babi rojo que me pusieron y del amarillo que llevaba mi hermana. Ambos con cuadros (¿o eran rombos?) blancos, pequeños y muy cutres. Por aquella época, o sólo un poco más tarde, creo que mi querida hermana y yo nos llamábamos ya entre nosotros “Clara la vaca” y “Luis el pis”. Me acuerdo únicamente de un grupo de nenes y nenas españoles y franceses en una misma clase y una maestra que nos presentaba a la familia de la ratita “sourissette”. Era una familia muy interesante y divertida y, cada vez que la maestra decía el nombre de un miembro de la familia, había que cantar o decir algo diferente. Era divertido, todo el día jugando, pintando, gritando, cantando y manchándonos en cualquier idioma. Además, de vez en cuando, nos lo pasábamos todavía mejor cuando alguien se cagaba, se meaba, lloraba, vomitaba, se hacía una herida, se llenaba la boca de arena o le salían piojos… también cuando a alguien le ponían gafas, se le caía un diente, se le rompía el pantalón o la falda, tenía un moco colgando, enseñaba la pichita o el chichito… prácticamente nos partíamos el culo de cualquier cosa… Lo que no sabía es que sobretodo a mi madre no le iba a hacer gracia que la familia “sourissette” se viniera a vivir un día con nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario