UN MUNDO ABURRIDO
Sí. Ya me lo pareció desde el principio. Al poco de poder gatear me dediqué a investigar este aburrido mundo. Lo más chulo, lo que más me divertía de lo que veía en casa eran los agujeros que podía encontrar en cualquier sitio. Agujeros que tocaba con mis pequeños dedos en aquella casa de Orihuela. Los enchufes me parecían graciosísimos… sobretodo cuando tenía las manos mojadas y pegaban aquel fogonazo que me dejaba sin sentido ni sensibilidad durante unos minutos y me manchaba todo de negro. Lloraba de risa. Mi madre se ponía muy nerviosa cuando acudía a ver la que había liado.
También se descojonó un día en que encajé mi dedo más pequeño de la mano en un agujero del tambor de la lavadora y luego no lo podía sacar. Estuve 45minutos llorando y mi madre, al final, tuvo que sacarlo a la fuerza. Ese día no lloré de risa porque se quedó parte de la piel de mi dedo en la lavadora. Creo que a alguien le llegaría años más tarde la historia e inventó el frigodedo que no era más que una variante del Lavadoradedo.
A mi abuela también le metí una noche mis dedos en el agujero de su nariz. Cuando se despertó vio que tanto ella como yo teníamos sangre y se puso muy nerviosa porque creía que era mía. Je je. Mi abuela no estaba acostumbrada a tapar sus agujeros.
Después de estas experiencias mi madre tapó casi todos los agujeros de la casa… mientras mi padre tapaba los otros agujeros de la casa con su trabajo. El mundo volvió a ser aburrido hasta que pude caminar.
Molaba un mogollón aquello. Uno tenía menos estabilidad que a 4 patas pero avanzaba más rápido. Era la caña caerse y golpearse con los picos de las mesas, con las sillas, con el suelo, con las paredes… agarrar cosas que se encontraban en lugares más elevados y tirarlas al suelo. Me gustaba agarrarme a la puerta y llegar corriendo hasta la mesa y de ahí hasta el sofá. El problema para mi madre era cuando me golpeaba la cabeza con cualquier pico. Lloraba y me salían chichones pero era un dolor pasajero. Se acabó la diversión cuando, para estar por casa, me compraron y colocaron una chichonera y claro, sin el riesgo de hacerse daño, esa actividad pierde interés. De nuevo me aburrí.
También era divertido comer mierda. Sí. Cuando uno no tiene comida tiene que buscarse la vida, y aquella forma era cojonuda (principios básicos del reciclaje). Cagabas un buen zurullo en la cuna, lo sacabas del pañal y luego te lo restregabas por la boca, por dentro y por fuera. ¿Quién no ha hecho eso alguna vez? A mi madre el día en que me encontró en esta tesitura le dio por agarrarme por los pies, ponerme boca abajo como a un conejo y me zarandeó arriba y abajo, a izquierda y a derecha, para sacarme lo que me había metido. Luego me confesó que le daba asco ver la mierda en mi boca. ¡Joder! otra cosa que no se podía hacer. Tuve que inventar. Y un buen día, mientras mis padres preparaban la comida, fui al baño a hacer caca y la hice. Pero la hice bien hermosa, lo que viene a ser una señora cagada. Lo que pasa es que la hice en el bidé porque era el único lugar al que escalando alcanzaba a sentar mi culo y, como había visto a mis padres que después de cagar tiraban de la cadena y salía agua, me dije, ¡coño, ya es hora de que te comportes como una persona adulta y estires de la cadena! Ups, si no hay cadena en el bidé. ¡Pues abre el grifo! Lo abrí y me fui a mi cuarto. Mis padres vieron una hora más tarde como un río de mierda brotaba desde el baño hacia el salón y desembocaba en la puerta de casa que daba a la escalera del inmueble. Mi padre, atolondrado, descubrió río arriba el nacimiento del río y cerró el grifo. Luego lo recogieron todo porque a mí se me daba muy bien desordenar pero no tan bien ordenar (de hecho sigo casi igual). En fin, otra cosa que no podía volver a hacer. Comprenderéis ahora porqué ya no tiro de la cadena después de cagar. Me aburrí hasta que nos mudamos a Vistahermosa y allí conocería a niños de ciudad… No sé si alguno estaría a mi altura… ni a mi peso.
Cuéntanos más Luiso... ¿qué pasó con los niños de la ciudad?
ResponderEliminar¡Emocionado y descojonado!
ResponderEliminarSólo diré "También era divertido comer mierda". Un párrafo genial. Hasta me han dado ganas de comer un buen zurullo o un entrecot, lo que caiga primero...
Señor Sezar, la historia de los niños y la historia de la ciudad llegará a su debido tiempo. Le ruego tenga paciencia ya que a veces esa virtud es tan necesaria como oportuno es, a menudo, el buen manejo del manubrio.
ResponderEliminarSeñor Pichichi, ¡Qué alegría me produce su visita y que compartamos la mierda que tragamos día a día! Si abro su nevera, seguramente encuentre una mierda antes que un entrecôte... y mi madre no estará para sacarla de mi boca ya que, hoy en día, es virtualmente imposible que consiga nadie cogerme de los pies y ponerme bocabajo y menos aún, agitarme como un 4 ladrillos de gazpacho manchego.
Nos congratulamos con el nivel de este blog. No se podía esperar menos. Tapar agujeros de abuelas, darse cabezazos contra todo, comer mierda, rios de mierda... no podría ser menos saliendo todo de la dulce cabecita de un bonito boniato.
ResponderEliminarUna gran diferencia es que actualmente el joven mancebo alcanzaría a escalar mucho más allá de un bidé, pero nunca más podrá sentar su culo en uno de ellos. Quizá si juntara dos, podría hacerlo. (No quiero imaginarme ese culo rebosando por todos los lados del bide mientras suelta señores mojones...peaso imagen!)
Por favor, señor Luiso, continúe bajando más y más el nivel de su blog, nivel bajo es lo más apropiado en este su aburrido mundo.
Señor Herr Profesor,
ResponderEliminarusted sigue siendo el catedrático. Siento públicamente no haber estado a la altura este fin de semana y agradezco su aportación a éste mi mundo... esta aportación aburrida (de burro) que usted hace es sencillamente estupenda... incluso a mí, la imagen que evoca, me parece una obra de arte.
Era bromaaaaa... seguiré leyendo mientras sigas comiendo mierda y no exprimiendote en quien tú ya sabes (GOSH! lo de "exprimirte" es una de esas expresiones que me van a marcar de por vida...¡demonios!)
ResponderEliminarEN cuanto a lo de comer mierda... nadie sabe mejor que yo de eso. Desde luego que haber trabajado en un zoo me otorga a mí el título honorífico de come-mierdas exóticas... de hecho, probé la peor: la de felino. Estaba muy pegada... y yo rasca que te rasca... el esfuerzo me hizo abrir la boca... la física hizo que el trozo entrara en mi boca... y el asombro hizo el resto... GLUP!
Estimada Hannah, me alegra verla por estos lugares... la diferencia entre su mierda y la mía es que usted conserva ese recuerdo (con todo lo que ello significa) y además le resultó desagradable. A mí en cambio, me pasa lo contrario, no recuerdo para nada "el momento" pero cuentan que me encantab masticarla estaba más feliz que comiendo rico, mucho y gratis. Todo lo que sea hablar de mierda en mi blog es acogido con los brazos (o la boca) abiertos.
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